miércoles, 26 de junio de 2013

Reflejos

Paso frente a un espejo y me pregunto qué habrá visto esa superficie lisa y fría. Cuántos rostros, cuántos cuerpos desnudos, cuántos últimos alientos.
Al pie de la cama, el espejo, observa. Ahora me observa a mí, con la misma indiferencia con que absorberá mi reflejo y no dejará señal de él una vez me haya ido.
Pero yo sé que ya soy suya y él sabe que ya es mío. Así funcionan los espejos: te tragan y te dan un destello.

La misma sala durante años y años, el mismo cielo. Pero esta vez eres tú, igual que cada vez es otro.
Ahora, hasta que alguien vuelva a atravesar esta realidad, eres tú quien se ha grabado en la retina del cristal. Y, a su vez, el espejo te ha grabado a ti mismo en tu pecho.

Has pasado tú, yo hace años que me fui. Pero al otro lado me relevas y compartimos un espacio y un silencio.
El fantasma del espejo. Me enamoré desde tan lejos.
Pero es fugaz, porque ahora tú serás el fantasma del espejo.

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