lunes, 24 de junio de 2013

Lamia


Dicen que por las noches corre desbocada. No se mueve, pero su mente está en el mar, bajo la luna. No saben de qué huye, pero está claro que huye, aunque no se mueva; es como si apartase de su alrededor todo lo que la pueda tocar. Por eso no se mueve, pero está bajo el mar, en la luna.
Nunca se ha bañado dos veces en el mismo río. Se encarga de ello manchándolo de sangre cada vez que se sumerge. Se muerde la lengua para que brote la tinta directa del corazón, y broten palabras que mancillen el río, que no volverá nunca (y así echarlo de menos).

Dicen que no sabe de medias tintas, porque corre desbocada, y el mundo parece siempre de día o de noche. Por eso la confunden las luces encendidas de los bares, escaparates. Por eso solo quiere que le cubran los ojos con otro pecho cuando la madrugada gime. Podría cubrirse sus propios ojos con las manos, pero las tiene llenas de cristales, de romper a patadas todo lo que está a su alrededor, para que el río corra sin que ella se mueva. Y no puede quedarse ciega, o la atraparán con sus lazos de agua los ríos que tanto la buscan para templar sus aceros.




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