23:57. Sábado (aún)
Escabuyéndome de las luces, del humo y del frío.
No estoy de humor para salir... ni entrar. No estoy de humor a secas.
El iPod susurra, no, grita canciones que logran crear ese vacío en mí que necesito para recordar (lo prohibido, lo terrenal y lo divino). He pensado en no dormir esta noche. Creo al final sí lo haré, porque eso me evita pensar más de una cuenta que no tengo dinero para pagar de todas formas.
Aún así recuerdo... el tema de siempre: recordar.
Éso de no cerrar conversaciones del msn, por si eran las últimas palabras bonitas, algunos textos sellados en los que firmaba el día (los días) en el que la herida crecía y crecía... y que ahora, por mucho que disimule, con cada latido, siguen tirando unos puntos hechos sin conocimientos médicos, esos remaches de aguja y tornillos. De quien ni es costurero ni entiende de cosas que duelen y no sangran.
Recuerdo eso de guardar cada pedacito de ti, cada mirada, cada recuerdo... por si eran los últimos, por si mi imaginación no volvía a evocarte. Por si, tras la décima vez de despedirme de ti, realmente me marchaba. No lo hice...
Y resulta que el problema siempre es la sutura... porque, en mi certeza, no curé para olvidar, simplemente para poder continuar. Y tiran los puntos, se rasgan las costuras. Cada vez que recuerdo, un poco. Cada vez que sé, que compredo. Cada maldita vez que imagino, que miro atrás, aunque esté prohibido.
Me devuelvo la mirada, el pelo un poco más largo, los ojos más enrojecidos, y mi cuento de hadas apolillado, agonizando en el armario. Me recuerdo que duele, mucho, me recuerdo mil despiadadas veces que hubo cuando no quise sobrevivir otra noche, que hubo cuando, en un idioma que no era el mío, a cientos de kilómetros, me enterré y ahogué una intuición que acabó siendo sonreír y prometer que todo estaba bien. El sonido metálico de una voz, al otro lado del teléfono, diciéndome que no me merecía los hechos. ¿Quién decide qué y cuándo?
Recuerdo demasiadas cosas, desde un 31 de Octubre de hace un año, hasta días que borré del calendario, y momentos que aborté de la memoria. Pensar, saber, que no soy más que esto... que yo sé que, por aquí dentro, algo no anda bien, y no hace el "tic" correcto... Que ni siquiera entiendo porque estás tan cerca. Y me da miedo saberlo... por si acaso tengo razón, por si acaso todo gira sin que mi voz suene, al otro lado del cielo, donde no llegan mensajes para un dios que, ajeno a todo, hace girar el universo.
Creo que no estoy enfadada, quizá si que me duela, quizá si triste... como siempre, ese estado que tanto miedo me daba a mí, que tanto odian todos los demás.
Creo que quizás sea el frío, o que no lidio bien conmigo misma, quizá sea que voy un paso por delante siempre... y esta vez espero haberme equivocado en el camino. O que venga un lobo y me indique por dónde se llega a Oz, para seguir cantando el camino de baldosas amarillas, aunque me lleve al acantilado, donde reunirme, como bruja, con mi Ophelia perdida.
*
Llego a casa, a siete metros del portal me doy cuenta de las cosas en las que ya no creo; de que dejé de creer en las hadas, en los fantasmas y en el amor, de que el jinete sin cabeza no ha vuelto a atormentarme desde la ventana y mi fe en los dragones comienza flaquear, tiritando de frío en una esquina.
Me percato de lo mucho que me cuesta creer ahora que me olvidé de sonreír todos los días, ahora que encuentro rendijas por la que escapar de unos brazos que, con una desesperada sospecha, no saben cómo agarrarme.
Yo escribía la historia de un beso mientras tú practicabas mis palabras. No he contado nunca las lágrimas, porque sé que te asustarías. Nadie tiene tanta agua en el cuerpo.
"Ahora estate quieta, pórtate bien y sé una buena chica..."
**Sé quesólo es un mal día, sé que sólo está aquí dentro... pero... duele**